Durante muchos años se ha declarado de forma constante que los niños, niñas y adolescentes son prioridad en nuestra sociedad, (sería muy mal visto decir lo contrario), sin embargo “recién” en estos últimos días hemos visto algunas luces más concretas que evidencian la necesidad de poner a la infancia en el primer lugar.
La promulgación de la Ley de Garantías de Derechos de la Niñez nos da cierta esperanza, pero no es un sentimiento suficiente como para continuar con el actual sistema. Desde hace un tiempo como Fundación Beata Laura Vicuña, hemos observado y actuado intentando trabajar desde la vereda de los que quieren ser un aporte, pero hoy nos surge un cuestionamiento ético y social mayor al darnos cuenta que no podemos hacer la diferencia, de la forma en que se establece la alianza con la institución del Estado que sigue siendo parte importante del problema. Es duro decirlo, pero llegó la hora de ser valientes, si bien hay ciertos intentos más serios, los cambios estéticos no atacan el problema de fondo. Menos aún si coordinaciones internas del servicio no funcionan, como para ejemplo, el oportuno pago de subvenciones, o existen espacios nebulosos llenos de interrogantes sin respuestas o sin saber a quién consultarles.
Cuando el documento es más importante que la situación de una niña o niño. Un cambio de nombre no considera un cambio significativo entre lo que fue Sename y lo que busca ser Mejor Niñez. Es en este contexto que, tras largos meses de cuestionamientos, nuestra Fundación decidió no continuar con los innumerables esfuerzos por mantener una Residencia y decidimos dar un paso al costado, no porque no creamos en las niñas a nuestro cargo, sino que justamente, por lo contrario, ellos y ellas merecen respeto, dignidad y si no podemos mejorar su actual vida, si no sumamos positivamente, es mejor decir “basta”.
La sociedad completa es familia de los niños y niñas, en especial aquellos que requieren de protección, y al igual que una tribu, grupos humanos antropológicamente estudiados, debemos cuidarnos unos a otros. Decir basta cuando ya no podamos seguir adelante, escandalizar para despertar, tal como los jóvenes chilenos despertaron Chile. No podemos permitirlo más! Por eso bajamos la cortina, para buscar nuevas instancias en que podamos aportar sin replicar el daño, sin permitir abusos institucionales, sin quedarnos en silencio.

Damos un paso al costado porque no queremos más trabajadores que dan amor y educan en la cotidianeidad quemados por sentirse solos, no queremos pasar horas esperando un cupo para internación psiquiátrica en un hospital con una niña, no queremos atenciones de salud mental inoportunas, así como tampoco lo queremos para nadie que habite en nuestro país.
De alguna forma esta decisión nos da la posibilidad de mirar el problema desde otro punto y aportar desde una posición diferente. Con un nuevo Gobierno y nuevas decisiones, respiramos la ilusión por el cambio, esperamos que así sea para contribuir y sumarnos en la estrategia y sus acciones. Hoy lo importante es trabajar, para así soñar con la posibilidad de que niños, niñas y adolescentes tengan un buen recuerdo de su paso por una residencia, que los proyecte como personas que vivan en dignidad, eso debemos entender que es mucho más importante que solo contar con comida y techo.

